
Ah, la vieja trampa del “yo lo hago todo”. Sé que esa voz te suena familiar. Es el canto de sirena que te susurra: “Nadie lo hará tan bien como tú”, “Si no estás al pie del cañón, la calidad bajará”, “Es más rápido si lo resuelvo yo”. Y sí, cuando tu aventura recién comienza, ser el orquestador y el solista a la vez es casi una necesidad. Eres el alma y el músculo de tu sueño. ¡Y eso es digno de aplauso!
Pero llega un momento, un punto de quiebre en tu aventura, donde esa fortaleza se convierte en tu mayor debilidad. Si tu negocio depende exclusivamente de ti, de tus manos, de tu intuición constante, entonces no tienes un sistema de crecimiento. Tienes lo que yo llamo un “autoempleo de oro”. Y por muy brillante que sea ese oro, te está encadenando.
Es un emprendedor con más de 30 años de experiencia en el mundo de las franquicias. Es abogado especializado en registro de marcas y ha ayudado a múltiples empresas a proteger su propiedad intelectual.